EVANGELIO ENCARNADO Y ENCARNIZADO EN EL DESIERTO

EVANGELIO ENCARNADO Y ENCARNIZADO EN EL DESIERTO

  • Autor: Hno. Sabás C. García, CMF

EVANGELIO ENCARNADO Y ENCARNIZADO EN EL DESIERTO, PERIFERIA Y FRONTERA[1]

Hacer memoria agradecida de los 25 años de la presencia claretiana en la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza, diócesis de Ciudad Juárez, no sólo es motivo de alegría al contemplar los signos del Evangelio sembrados por nuestros predecesores, sino traer a la memoria los rostros de laicos y servidoras de la Palabra, algunos vivos, otros fallecidos y, especialmente de nuestros hermanos claretianos, quienes por medio de su servicio generoso acompañaron, plantaron y recogieron las semillas del Evangelio en situaciones hostiles y dolorosas.

La presente memoria describe la configuración de la pastoral social en nuestra parroquia. Se trata de una breve pincelada de la praxis social del carisma claretiano en términos de Solidaridad y Misión hasta el periodo de 2020. Por la reducida narración se omiten varios detalles y en ocasiones, los nombres de quienes hacen parte del presente mosaico debido a la falta de identificación. Se menciona, sobre todo, los equipos de laicos y claretianos que acompañaron inminentemente el desarrollo de la pastoral social.

Si hay algo que caracteriza el espacio transnacional de Ciudad Juárez, además de ser una de las fronteras más importantes del occidente global, es el cruce de las realidades de sufrimiento, vividas con demasía en el suroriente de la ciudad, territorio en el que se ubica la parroquia. Esta situación producida por una injusticia estructural persistente y, en consecuencia, por una brecha social de desigualdad, hace que el espacio de actuación sea considerado como el “laboratorio social de los rasgos más agresivos del capitalismo contemporáneo y, por tanto, un lugar en que las contradicciones de éste se perciben en toda su magnitud, de manera radical constituye ‘el desierto de lo real’” (Barrios, D., 2013, p. 104).

Hacer memoria de los 25 años de la presencia claretiana es un acto de introspección al pasado reciente; es escudriñar la crudeza de los problemas sociales inmediatos al contexto histórico; al crecimiento poblacional de Ciudad Juárez y el surgimiento de un conglomerado de asentamientos con infraestructura y servicios urbanos deficientes, conocidas anteriormente como “zonas de riesgo”, entre las que destaca Tierra Nueva I y II, Carlos Chavira, Águilas de Zaragoza, Lomas del Valle, Riveras del Bravo y otros importantes asentamientos, arropadas por los ejidos de mayor arraigo como Zaragoza, El Sauzal Viejo y, otros. Posiblemente, las nuevas generaciones carezcan de un conocimiento detallado de la evolución del entorno y si hoy no son favorecidos de las mejores condiciones de la infraestructura urbana, hace 25 años, las avenidas, calles, espacios comunitarios y de recreación se encontraban en condiciones reprobables o simplemente no existían.

La configuración de las colonias de la periferia del suroriente de la ciudad se constituyó mayoritariamente por migrantes provenientes de diferentes regiones del interior del país: La Laguna, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, el Valle de México, etc., quienes atraídos por las ofertas laborales de la industria maquiladora vaticinaban el justo deseo de un progreso económico y digno para sus familiares. La realidad muestra que los buenos deseos no siempre se vieron compensados y en vastos entornos la huella del dolor se plasmó en una pesada tortura imborrable.

Ciudad Juárez además de ser una ciudad nueva, otrora conocida como Paso del Norte ─fundada en 1659 y, que a fines del siglo XIX recibió su nombre actual─ su población durante los siglos XVII y XVIII era sumamente reducida. Las pocas construcciones y “monumentos históricos”, en su mayoría de adobe, cal y madera de pino sin cantera, son evidencia de que durante dos siglos la vida de esta región era precaria y, por ende, su relevancia para la corona española era mínima (Simentel, R. et al., 2016). También, el surgimiento de la diócesis es relativamente nueva, erigida por el Papa Pío XII el 10 de abril de 1957, no así sus problemas de impacto social e incluso de envergadura mundial como los feminicidios, la violencia direccionada con mayor fuerza hacia las niñas y jóvenes, y subsecuentes problemáticas asociadas con las personas desaparecidas, especialmente de hombres jóvenes; el incremento de las adicciones en las nuevas generaciones a través del consumo de estupefacientes cada vez más letales; la continua incorporación de población migrante transcontinental,  y ante todo, las víctimas de la violencia directa e indirecta, son el sumario de realidades que sostienen una atmósfera de sufrimiento colectivo.

Las peculiaridades de la ciudad posibilitan su abordaje desde distintos ángulos, pero desde una mirada de fe, procurando contemplar el paso de Dios por estas tierras, se preconizan tres aspectos conexos a la dimensión simbólica del desierto, periferia, y frontera (Sobrino, J., 1984).

Desierto. Ciudad Juárez se localiza en el desierto de Chihuahua, el más inmenso en todo Norteamérica, lo cual refiere a un sitio con un clima extremo: un sol abrasante en verano y temperaturas bajo los cero grados centígrados en invierno (Barrios, D., 2013). Los misioneros afincados en el ámbito local son testigos de la extremidad climática, a veces soportada con heroicidad. El desierto es el escenario en el que se define la vida en términos de sobrevivencia, precariedad y desigualdad, en un ambiente inseguro, con una alta tasa de criminalidad y diversas formas de violencia criminal en el área pública y privada (García-González, S. C., 2022).

Periferia. Ciudad Juárez es un entramado liminal; el perímetro territorial del Estado mexicano; un marco que disgrega, incluye o expulsa a las personas, ya sean migrantes nacionales o extranjeros, a las nuevas periferias, quienes previamente habían sido arrojados a sobrevivir en los márgenes socio económicos y políticos de sus respectivos lugares de origen, tal es el caso de los pobladores del suroriente de la ciudad. El mismo espacio binacional es el espejismo de una economía transnacional exuberante, propulsora de grandes ofertas laborales de la industria maquiladora y, por otro lado, revertida en empobrecimiento generalizado (Pérez, R., 2003), lacerando en demasía a los migrantes y sus descendientes, quienes a pesar de acceder a un nivel más cómodo de vida están al margen de los centros del poder y en las nuevas periferias (García-González, S. C., 2022).

Frontera. Ciudad Juárez está dividida por el Río Grande o Río Bravo y por la gran muralla de hierro; se trata de una frontera sumamente primordial de México con Estados Unidos de América, en la cual se abren las rutas hacia el Este, Oeste y Norte de la gran potencia mundial. Juntamente a la vecina ciudad de El Paso, Texas, moldean una zona binacional de más de dos millones de habitantes, conformando así uno de los espacios fronterizos magnánimos del planeta (Barrios, D., 2013). La frontera amurallada no sólo separa al país rico del pobre, sino a la ciudad catalogada hasta hace poco como la más peligrosa del mundo, en contraste con El Paso, Texas (Cruz, S., 2013), estimada como una de las metrópolis más seguras de Estados Unidos de América.

La frontera como símbolo remite a la creación de nuevas concepciones culturales enriquecidas por el multiculturalismo de los migrantes, cuyos pobladores se suelen identificar como “fronterizos”. Sobrevivir en los límites territoriales de una nación implica precisamente diversidad de posibilidades: “de estar” en un sitio binacional y engendrar identidades culturales híbridas “de ser” mexicano y/o estadounidense de la periferia. Ciudad Juárez “desierto-periferia-frontera”, se constituye así en el “espacio teologal” por excelencia, en cuyo entorno de precariedad marginal fronteriza acontecen experiencias inimaginables y, a su vez, somos testigos del florecimiento de alternativas ejemplares de indignación colectiva articulada, como respuestas que vencen el miedo impuesto en la “noche del horror” (García-González, S. C., 2022).

En medio de estas contradicciones socioeconómicas y culturales, signos del antirreino, los Misioneros Claretianos animados por el espíritu eclesial de la “opción por los pobres” y el jubileo de los 150 años de la fundación de la Congregación en coordinación por R.P. Heraclio Pérez,  CMF, R.P. Gabriel Ruíz Barajas, CMF, R.P. Manuel Villalobos Mendoza, CMF, y otros claretianos de arraigo misionero, decidieron en el año 2000 colocar su cátedra como oyentes y servidores de la Palabra en misión profética; procurando encarnar el Evangelio en un contexto encarnizado por la pobreza, la desigualdad social, el desarraigo cultural, y la persistente violencia criminal en la actual parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza a través de una  casa-misión interprovincial auspiciada por las Provincias de los Misioneros Claretianos de México, Estados Unidos del Este y Estados Unidos del Oeste.

Las urgencias sociales del entorno posibilitaron la creación de una red de Comunidades Eclesiales de Base (CEBs). Según datos de la Memoria recopilada en 2017 se contabilizaron alrededor de 60 pequeñas comunidades; un tejido eclesial que fortaleció la conciencia y el compromiso cristiano para caminar como evangelizadores y evangelizados atentos a la realidad en búsqueda de su transformación por diversos medios. El trabajo del R.P. Heraclio Pérez, CMF, en sintonía con la ecología integral, la opción por los pobres y la promoción de los derechos humanos, continuado desde otro cariz por el R.P. Óscar Rodríguez Linares, CMF, en colaboración con el Pbro. Deniss Gallo, ex claretiano, y la red de laicos, sobre todo por mujeres lideresas, materializaron la creación de una cooperativa de insumos alimentarios, misma que propició una respuesta generosa a las necesidades básicas de la población. Sobresale el trabajo de la Sras. Patricia Farelas, Chelita, Roberta, Aida y los Sres. José Luis Jesús (Don Chuy), Esteban, y otros miembros de las capillas del entorno parroquial. Con suficiente esfuerzo lograron construir un espacio propio para la cooperativa y tras su cierre el área prosiguió como un lugar de resguardo de despensas alimenticias, medicamentos y otros enseres que periódicamente se repartían entre las personas desfavorecidas.

La dinámica social y la animación de cada párroco en función marca sin duda alguna el modo de proceder de la pastoral social; en ocasiones de un corte más asistencial; en otras fases con un enfoque de promoción social desarrollista. En la etapa de carácter asistencial nombrado grupo de “Caridad”, pero no menos importante, asume la dirección un nuevo equipo de feligreses. Las principales personas involucradas son: Sras. Margarita Cordero, Rosario Silva, Hilda Cortez, el Sr. Ángel Gómez, y otros, asesorados e impulsados por el arraigo misionero del R.P. Miguel Ángel Portugal, CMF.

Un hito considerable en Ciudad Juárez ─tristemente recordado por los crímenes de alto impacto e incremento de actos violatorios de derechos humanos como la tortura y la desaparición de hombres jóvenes─ acontece con la puesta en marcha del Operativo Conjunto Chihuahua o equívocamente llamada “guerra contra el narcotráfico” del periodo presidencial 2006-2012. Los pobladores del entorno parroquial no estuvieron exentos de los impactos de la violencia directa. En la revista Misión Claretiana (2013) se recogen diversas actividades emprendidas en este episodio. Tiene relevante importancia la participación de un grupo de feligreses en la recepción y eventos ligados a la caravana de la Paz con Justicia y Dignidad liderada por el poeta Javier Sicilia en el verano de 2011.

En un salto de lapso histórico, en el periodo de 2016 a 2020, previo a la pandemia del COVID 19, y posterior a esta escabrosa crisis humanitaria, la animación de la pastoral social estuvo liderada por el R.P. Carl Quebedeaux, CMF, quien hasta hace poco estaba incorporado a la misión interprovincial en representación de la Provincia de Estados Unidos-Canadá. Su experiencia acumulada en el acompañamiento a las víctimas de la violencia de la guerra civil en Guatemala se vio reflejada en su sensibilidad por los empobrecidos.

En esa fase un servidor hace parte del equipo de la pastoral social, cuya función se enmarca en ofrecer formación y encauzar los casos de personas vulnerables con otras organizaciones de la sociedad civil. También, el equipo se favoreció por la presencia de la Lic. Cecilia Espinoza, trabajadora social, quien promovió la realización de una detallada encuesta para conocer objetivamente las necesidades del entorno parroquial. El análisis de los datos permitió un mayor conocimiento de la realidad y una apertura a otras formas de proceder en la incidencia social.

La presencia del Papa Francisco en Ciudad Juárez (2016), desde su sensibilidad social por los migrantes, las víctimas de la violencia, el mundo laboral en la industria maquiladora y los encarcelados animó al equipo de la pastoral social en su ejercicio evangelizador tener presente a los cuatro sujetos sociales prioritarios visibilizados por el Papa Francisco. Se implementó en la medida de nuestras posibilidades y sin menoscabo de objeciones institucionales los talleres de la pastoral obrera vinculados a la diócesis; y, posteriormente, la capacitación de un grupo de feligreses en la creación de una caja de ahorro. Se sumaron otras actividades como la formación de algunas mujeres en la promoción de los derechos laborales asociados con la organización Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PRODESC, A.C.). No obstante, por distintas razones, el proceso de capacitación e injerencia en el ámbito mencionado se detuvo.

En otro momento, a raíz del Encuentro Regional de las Comunidades Eclesiales de Base efectuado en la ciudad de Chihuahua en 2017 e impulsado por el coordinador de la región nueve, el R.P. Javier Campos Morales, SJ, conocido por como el “Padre Gallo” (asesinado el 20 de junio de 2022, en Cerocahui, Chihuahua), motivó a un equipo de mujeres a asumir formalmente el proyecto de la medicina alternativa.

Tras el debido tiempo de capacitación por medio de la organización SABIC A.C. y en conexión con ésta se realizó la primera Feria de la Salud el 11 de febrero de 2018 en las inmediaciones de la parroquia y prosiguieron por determinado tiempo otras acciones semejantes. Este proyecto benefició a un grupo considerable de feligreses con las terapias (masaje en cama, reflexología, terapia floral, auriculoterapia y tratamiento de varices), quienes frecuentemente presentaban tres rasgos de una salud emocional enfermiza: estrés, ansiedad y depresión. En el marco de actuación destaca el servicio de la Sras. Patricia Farelas, Angelina Maldonado Guzmán y Rosaura Martínez Calderón.

Por su inminente influencia en las Comunidades Eclesiales de Base, en las organizaciones de la sociedad civil y en los defensores de los derechos humanos, con motivo de la canonización del arzobispo mártir San Óscar Romero (14 de octubre de 2018) se realizaron jornadas de reflexión, oración y reencuentro con las personas que también buscan la transformación del mundo según el designio de Dios (CC 46), especialmente, con aquellos que hicieron parte de las Comunidades Eclesiales de Base en una de las 14 o 16 parroquias de la diócesis de Ciudad Juárez, actualmente inexistentes; ya sea por el hostigamiento suscitado en esa determinada etapa o porque decantaron en la creación de nuevas organizaciones civiles.

El acto de canonización de San Óscar Romero además de ser un reconocimiento eclesial jerárquico explícito de un cristiano que vivió hasta el extremo la dimensión social del Evangelio, motivó el caminar del equipo de la pastoral social, cuyas acciones también exigían fortaleza de espíritu ante la inmediatez de respuestas a las problemáticas próximas.

Tiene sobrada importancia el fenómeno migratorio de 2018 a través de las caravanas ─posiblemente novedoso e impactante por su forma de organizarse─. Las caravanas arribaron al territorio mexicano y, por ende, a la frontera de Ciudad Juárez. El obispo del lugar en cuanto miembro de la dimensión Episcopal para la Movilidad Humana alentó a los párrocos a solidarizarse con los migrantes, con énfasis en la apertura de albergues. Si bien, anualmente se participaba en la Eucaristía binacional fronteriza en memoria de los migrantes, ahora se requería otra manera de incidencia y sin excluir este aspecto, se realizaron reuniones y foros con algunas organizaciones de la sociedad civil y miembros de la academia en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).

En un primer instante, las energías se concentraron en la solidaridad con la Casa del Migrante de la diócesis de Ciudad Juárez y, en razón a otras necesidades, posteriormente surgieron nuevos espacios de atención a la urgente realidad migratoria, tanto civiles como eclesiales. Un papel significativo de carácter humanitario y evangelizador, pero no exento de un prolongado proceso de discrepancias de varios frentes, es la tarea del R.P. Carl Quebedeaux, CMF, quién instaló un centro de atención a los migrantes en las inmediaciones de la capilla del Corazón de María con el nombre Albergue San Óscar Romero de las Américas; espacio que se había diseñado para conglomerar las iniciativas de proyección social de la parroquia y, finalmente, la casa cumplía con su cometido por un determinado periodo. A pesar de las complicaciones y tras el cierre de la obra en la instalación citada no se frenó el acompañamiento a los migrantes, sino que la acción evangelizadora del R.P. Carl Quebedeaux, CMF, se trasladó a otro punto de la ciudad.

Otra área en menor medida consolidada discurrió en torno a los vínculos con el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte (CDHPN) dirigido por el Pbro. Óscar Enríquez, y un cualificado equipo de mujeres y hombres, en su mayoría provenientes de una vivencia profunda de fe y praxis cristiana en las Comunidades Eclesiales de Base, entre ellas Silvia Grijalba y Silvia Méndez. Por medio de esta organización un servidor desde el área de incidencia pública canalizaba y acompañaba a los familiares y madres buscadoras de sus hijos (hombres desaparecidos) y en la promoción de la campaña “En Juárez, No más tortura”. Se tiene conocimiento y documentación de varios casos de personas desaparecidas de nuestro círculo parroquial, más de alguno asesorado por el CDHPN. El espacio de defensoría además de ser un ámbito de honda solidaridad con las víctimas facilitó tanto la articulación con otras organizaciones como la atención en los casos de las migrantes víctimas de desaparición forzada.

El breve recorrido sobre el desarrollo de la pastoral social en la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza muestra que, en algunos lapsos prevalece la acción social con una orientación asistencial y de promoción social. Ambas relevantes porque requieren de esfuerzos colectivos, tiempo, fondos económicos, paciencia y fortaleza espiritual. Se cuenta con un escaso registro en la incidencia social en clave de justicia y paz o defensa de los derechos humanos. Si bien, un papel protagónico en la pastoral social es realizado por los feligreses, especialmente mujeres, es preciso mencionar que las directrices que impulsan los párrocos en turno imprimen un derrotero sumamente importante que repercute positiva o negativamente. Asimismo, la historia narrada asevera que los proyectos de envergadura social no están libres de desafíos y dolorosos conflictos a nivel intraeclesial e intra congregacional. No obstante, vivenciar “desierto adentro” la dimensión social del carisma claretiano nunca ha sido tan retador y apasionante como lo es en el desierto-periferia-frontera de Ciudad Juárez.

Zapopan, Jalisco, a 24 de octubre de 2025

Fiesta de San Antonio María Claret

80 Aniversario de las Naciones Unidas-ONU

Sabás Cristóbal García González, CMF


 

Referencias

Barrios, D. (2013). Juárez: la ciudad de las últimas cosas. Kavilando, 5(2), 102-109. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5524273

Cruz, S. (coord.). (2013). Vida, muerte y resistencia en Ciudad Juárez: una aproximación desde la violencia, el género y la cultura. El Colegio de la Frontera Norte.

García-González, S. C. (2022). Formas de organización colectiva ante la desaparición forzada de personas. Estudio de caso del colectivo Familias Unidas por la Verdad y la Justicia de Ciudad Juárez. Trabajo de obtención de grado, Maestría en Derechos Humanos y Paz. Tlaquepaque, Jalisco: ITESO. https://hdl.handle.net/11117/8122

García-González, S.C. (2013). Ciudad Juárez en cinco estampas. Misión Claretiana. Misioneros Claretianos [inédito].

Misioneros Claretianos. (1998). Constituciones de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (CC). Misioneros Claretianos.

Pérez, R. (2003). Maquiladoras de Juárez, 40 años de una lógica empresarial. La Jornada. https://www.jornada.com.mx/2003/12/01/articulos/64_maquiladoras.htm (Consultado el 31 de marzo de 2022).

Simentel, R. et al. (2016). Paso del Norte en el siglo XXI. Breve historia de Ciudad Juárez. UACJ.

Sobrino, J. (1984). Resurrección de la verdadera Iglesia. Los pobres, lugar teológico de la Eclesiología. Sal Terrae.

 

[1] García-González, S. C. (2025). Evangelio encarnado y encarnizado en el desierto, periferia y frontera. Memoria breve de la pastoral social en la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza, Ciudad Juárez, Chihuahua [inédito].

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