MENSAJE A LA CONGREGACIÓN CON OCASIÓN DE LA COP30

10 de noviembre de 2025

“Guardianes de nuestra Casa Común”

Queridos hermanos:

Mientras las naciones del mundo se reúnen en Belém, Brasil, para la COP30, unimos nuestras voces y oraciones a las de toda la humanidad que anhela proteger y restaurar nuestra casa común. Esta cumbre llega en un momento decisivo de la historia. Nuestro planeta, precioso don de Dios, gime bajo el peso de la codicia, la negligencia y la violencia. La sanación de las heridas del planeta comienza con la reconstrucción de la fraternidad mediante el diálogo y gestos concretos de amor y cuidado.

Nuestra casa común, destinada a albergar a toda criatura, lleva ahora las marcas de nuestra comunión rota con Dios y entre nosotros. Bajo el pretexto del progreso, los sistemas económicos siguen devastando la biodiversidad, militarizando tierras y silenciando a quienes defienden el don de la creación de Dios. Tal desorden exige una profunda conversión: personal, comunitaria y estructural.

La restauración de este mundo herido debe ser una responsabilidad colectiva. No podemos sanar la creación sin sanar el corazón humano; no podemos restaurar la tierra sin restaurar la fraternidad.

Como misioneros claretianos, nos comprometemos con esta misión de restauración. Nos solidarizamos con todos aquellos que defienden la vida y promueven la dignidad humana, la convivencia responsable y la armonía respetuosa entre todas las criaturas. Nuestra presencia en cada rincón del mundo nos llama a educar, alzar la voz y actuar en favor del cuidado de la creación, a través de nuestra palabra y programas formativos, el modo de vivir de nuestras comunidades y el testimonio profético.

La COP30 es una oportunidad, quizá una de las últimas, para marcar una diferencia decisiva antes de que se produzcan daños irreparables. Oramos para que los líderes mundiales trasciendan los intereses particulares y tomen decisiones valientes por el bien común y el futuro de la vida en la tierra.

Al mismo tiempo, nuestro compromiso no termina con la COP30. Supone una dedicación continua a proteger y promover nuestra casa común con nuestro modo de vivir la vida de cada día y nuestros ministerios. Cada comunidad, parroquia, escuela e iniciativa social puede convertirse en un pequeño pero convincente signo del Reino si el cuidado reemplaza al consumo y la comunión triunfa sobre la explotación.

Expresamos nuestra gratitud y apoyo a la delegación claretiana que participa en la COP, junto con otros religiosos y redes eclesiales, que dan voz a los que no la tienen y son testimonio del Evangelio de justicia, paz e integridad de la creación.

Que el Espíritu de Dios, que renueva la faz de la tierra, nos haga a todos peregrinos de la esperanza y artífices de una creación reconciliada.

Vuestro hermano en Cristo,

P. Mathew Vattamattam, CMF
Superior General