
DÍA INTERNACIONAL DE LAS VÍCTIMAS DE DESAPARICIONES FORZADAS
- Autor: Sabás C. García González, CMF
México es un país de contrastes, geográficamente, cultural y socialmente. Tiene una superficie de 1 964 375 km2. Es el tercer país más grande de América Latina. Con una población estimada en más de 130 millones de personas en 2021; México también es el “Archivo Vivo” de 68 lenguas de los pueblos originarios y 287 variedades lingüísticas e incluyendo la presencia significativa del pueblo afromexicano, situándose, así como el “gigante cultural de América”.
En su historia milenaria precolombina, su vasto y bondadoso territorio estuvo dividido en tres grandes zonas: Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica, esta última considerada como una de las “Siete cuencas de la humanidad” en donde florecieron grandes culturas como los zapotecas, mixtecas, mayas, aztecas y otras. Por tal motivo, México es para muchos un pueblo mágico, pero para no pocos, es sumamente trágico.
En su historia reciente, al igual que en otros países persisten grandes clamores que lastiman a muchas familias. Uno de esos clamores es el que escuchamos resonar a lo largo del continente: ¿Dónde están? ¿Dónde están? Ni una menos, ni una más.
Si hay algunas palabras que no se olvidan son aquellas que la trabajadora social de un colectivo de madres buscadoras de hombres desaparecidos me dijo: “la vida siempre es digna; nunca pierde su dignidad, tampoco y jamás pierden la dignidad los huesos, porque un segmento de resto óseo representa también a toda la persona del desaparecido”.
La desaparición forzada de personas en México encarna por su gravedad una de las caras más oscuras de la humanidad, tal como lo definió el Comité de las Naciones Unidas de las Desapariciones Forzadas en su reciente visita in situ (2022): la desaparición de personas es el “paradigma del crimen perfecto”.
El fenómeno y problema es una de las expresiones subsecuentes del modelo capitalista extractivista voraz que devora todo y a todos: a los pueblos originarios y afroamericanos, a la Madre-Tierra, violada y saqueada, a los pueblos cansados de la pobreza, violencia e inseguridad, los desplaza a nuevas periferias; a los cuerpos de los hombres y mujeres precarios, los violenta y tortura; a los jóvenes vulnerables los envenena con el consumo de drogas y fentanilo, etc. Estamos en un sistema asfixiante que promueve una cultura del descarte de los cuerpos humanos, tratándolos como productos de consumo: uso, desuso, desecho y hasta generar una fábrica de “cuerpos basurizados” (“cuerpos basura”) no identificados o aniquilarlos por completo en una suspensión existencial en el tiempo, provocando así, una herida lacerante e interminable para todos sus familiares.
Por todos ellos, por todos los colectivos de mujeres y madres buscadoras de las personas desaparecidas, hacemos un acto humilde de oración, memoria y visibilización de tantos nombres no nombrados, en esfuerzo articulado nos unimos al grito aterrador: “Vivos se los llevaron, Vivos los queremos”; “Vivas se las llevaron, Vivas las queremos”.