IV ASAMBLEA CONTINENTAL DE SOMICLA | DÍA 1

¡Damos comienzo a nuestra 4ta Asamblea Continental de SOMI! Temprano en la mañana, la capilla de la casa de retiros es el ámbito elegido para nuestra primera oración, la que hacemos con el gozo de sentir el contacto real con tantos hermanos y hermanas de comunes anhelos, fatigas y sueños. El clamor del pueblo de Israel continúa hasta hoy, expresado en el grito de nuestros pueblos martirizados y aun así, esperanzados. Enunciamos algunos de estos clamores, apoyados en los signos que son presentados al centro de nuestra ronda.

Este comienzo en plegaria compartida nos predispone para el desayuno y luego, nos dedicamos a preparar los distintos “rincones”, que reflejan la vida y misión de SOMI en cada Organismo. Imágenes, publicaciones, banderas, carteles, fotos, recuerdos, comidas y bebidas son un anticipo de la riqueza que contiene nuestra diversidad.

Al mediodía llegan nuevos hermanos a este encuentro y además somos convocados a almorzar. Con todo gusto, acudimos a ese llamado, disfrutando unas exquisitas papas a la huancaína y un sabroso arroz con pollo. Estamos en Perú y su gastronomía también nos habla de las bondades de la Creación.

A las 14.30, retornamos a la capilla para celebrar la eucaristía de inicio, presidida por el Prefecto General de Apostolado, P. Pedro Belderrain, quien es acompañado por el P. Ronel Chipana, provincial del organismo anfitrión y el P. Marcos Loro, presidente de la Junta Directiva de MICLA. El P. Ronel, al darnos la bienvenida, con gran amabilidad nos recuerda: “todas las casas claretianas son nuestra casa”. La Palabra de Dios (que resuena en todo lugar) nos ofrece el texto de Marta y María –un evangelio donde ocurren “cosas raras”-, y así introducimos nuestra asamblea en la clave de la sinodalidad. A modo de “sobremesa”, Marcos nos invita a hacer de esta Asamblea un espacio de discernimiento sobre qué es SOMI y Pedro nos lee una carta del P. General: somos el rostro de compasión con la humanidad y la Creación, en momentos muy difíciles del mundo. Y por si hiciera falta un empujoncito para vivir este encuentro en clima de confianza y fraternidad, Pedro anima: “¡no hay temas prohibidos en la Congregación!”.

Y porque no es bueno dejarlo para el último momento, se nos propuso tomar la foto de grupo, aprovechando que estábamos la mayoría de los participantes y que el sol nos regalaba una tarde tibia e iluminada.

La segunda parte de la tarde se despliega con las creativas presentaciones de los 9 Organismos y las-los invitados especiales con los que contamos. Venimos a contar cómo representamos a nuestras comunidades y nuestros pueblos, aquellos que “hasta el látigo no doblega”.  Un hermoso colorido de servicios, vocaciones, edades y nacionalidades, pincela esta parte del día. Y no solo ponemos voz, sino también nuestras manos, que son lenguaje inclusivo para muchos y muchas en el mundo. Un hermano nos dice: “en la Congregación no hay extranjeros: somos todos hijas e hijos del Corazón de María”.

A continuación, una tarea que se presentó ágil fue: la distribución de los servicios. Preasignados por el equipo coordinador, fueron mansamente aceptados por las personas propuestas. Acto seguido, nos dividimos en grupos por zonas (Norte, Centro y Sur) y nos abocamos a trabajar las preguntas 1, 2 y 3 de la ruta de reflexión que habíamos recibido semanas antes. Clamores, respuestas y anclaje en las opciones continentales de MICLA fue el contenido de los diálogos. En plenario compartimos las conclusiones y dicho casi todo… fuimos a cenar. Esta vez tocó una exquisita sopa de fideos y olluquito con carne. De postre… ¡arroz con leche!

La noche se extendió, serena. Algunos la habitaron en el descanso, otros prolongaron la vigilia en las salas o el patio. El equipo coordinador (que sí trabaja) quedó reunido un rato largo. Se fue nuestra primera jornada. Y como fuimos invitados a tomar el “talking stick” para decir una verdad del corazón, la resumimos: gracias y bendito sea Dios.