
MOSAICO VIVO | P. MIGUEL ÁNGEL NIETO
- Autor: P. Antonio Rangel Torres, CMF
En memoria tuya, gran hermano y amigo misionero P. Miguel Ángel Nieto Bernal, escribo estas pocas líneas. Mi propósito, además de agradecer a Dios, es resaltar algunos rasgos de tu vida claretiana y misión compartida.
Desde tu llegada a la formación, casi niño, te distinguiste por tu corazón comunitario; siempre atento y servicial. Expresaste tu alegría y cordialidad con familiares, amigos y aún con los desconocidos. Por tu calidez humana, en todo momento, nos hiciste probar el buen vino del Reino que, después de tu muerte, alcanzaste en su plenitud. La educación con tus padres y tus hermanos formaron tu carácter serio y siempre respetuoso. El servicio cordial, a tiempo y a destiempo, te distinguió de manera especial.
Fuiste inteligente, de rápida comprensión, sereno y buen expositor. Apoyado por tu incondicional compañero P. Manuel Vilchis, Promoviste la liturgia a nivel provincial. Te distinguió la innata capacidad de organización; lo mostraste en diversas situaciones. Una de ellas, siendo prefecto provincial de formación, preparaste de manera creativa las reuniones de los misioneros.
Tu corazón de pastor, ya sacerdote, te hizo cercano al sufrimiento de las ovejas a ti encomendadas y, cuando lo necesitaban, supiste orientarlas al camino de la paz y de la salvación. Fui testigo de tu búsqueda incansable del rostro del Padre; mediante la oración diaria, cultivaste una profunda vida espiritual. Desde tu vida cercana Dios, como el apóstol Pedro, confirmaste a tus hermanos en la fe.
Como formador y prefecto de teólogos dejaste huella especial en tus generaciones acompañadas. Los herederos de tu oferta formativa hoy continúan la misión provincial.
Pronto descubriste tu afinidad e interés por la vida consagrada. En la flor de tu edad, viajaste a Roma con el fin preparate y, a tu regreso, organizaste con éxito la oferta de la formación permanente. Abriste los cursos de verano con reconocimiento del Instituto de Vida Consagrada de Madrid. Durante casi 15 años cientos de religiosas y religiosos se beneficiaron con el diplomado ofrecido. A este éxito notable sumamos otros como los ejercicios espirituales, los retiros, las confesiones y la dirección espiritual a consagrados. La vida consagrada, en conclusión, fue tu grande pasión hasta los últimos días de tu vida.
En diversas ocasiones, ya enfermo, te visitamos en la residencia “Marcelino Gallardo” de Morelia. Allí nos sorprendiste por tu permanente y serena sonrisa. Aunque tus fuerzas fueron disminuyendo, tu entrega misionera resplandeció de manera heroica, como lo marcan nuestras constituciones.
Estoy convencido que tu testimonio misionero y tu calidad humana – querido Mike – quedaron grabados en la memoria de mucha gente, especialmente en tus hermanos de provincia.
Han pasado años después de tu partida de este mundo; todavía agradecido hago eco de tu entrega y testimonio misionero, a lo Claret.